“Me está matando el gradualismo”. “Me está matando el gradualismo”. La odisea de las familias que deben atravesar la adaptación de los chicos en el jardínPor Evangelina Himitian
La espera no solo es larga sino que no tiene sentido. María A., de 36 años, madre de Vitto de dos, y de Ramiro, de cuatro, ya no sabe cómo organizar la logística familiar y eso que solo lleva una semana y media de clases. Aunque su hijo menor ya viene acostumbrado al horario completo fuera de casa, porque antes iba a una guardería, desde que empezó la sala de dos en el colegio al que va su hermano mayor, en Palermo, ahora padece con lágrimas la jornada reducida. En total, va una hora a la mañana y otra, a la tarde. Cada vez que sale del jardín, estalla en llanto. “Jugar”, “amigos”, balbucea. No entienden ni Vitto ni su madre, mucho menos las dos abuelas que, cuando pueden lo van a buscar, por qué la adaptación tiene que ser así. “Es tortuoso. Nos está matando el gradualismo”, afirma María.